La autora de este capítulo, Isabel Solé, nos presenta el proceso de la comprensión lectora como un auténtico acto de creación personal. Cuando alguien lee un texto está, de alguna forma, construyendo, interpretando su significado. Desde este punto de vista, entendemos la lectura como una recreación llevada a cabo por un agente activo, que realiza un esfuerzo cognitivo al atribuirle un significado a estas palabras.
No podría estar más de acuerdo con esta idea central presentada por Solé. Y es así, desde la creación activa, como debemos presentar la lectura a nuestros alumnos.
Claro está que el mayor o menor grado de éxito que se consiga en la comprensión dependerá de una serie de factores como son: las ideas previas del lector (en cuanto al proceso lector y a la temática tratada en el texto), la estructura, organización y coherencia de contenidos del texto y los objetivos que el lector persigue con la lectura del mismo.Como docentes de la asignatura de Lengua, debemos tener estos factores muy en cuenta a la hora de ofrecer las lecturas a nuestros alumnos. Debemos de elegir textos con una construcción bien cuidada, que respondan a una estructura clara, ofreciendo la información al lector de forma organizada y lógica, que facilite su comprensión. Asimismo, es importante que no suponga un gran desfase en relación a los conocimientos previos del alumno: léxico y estructuras gramaticales adecuadas para su nivel, temática tratada asequible, etc. También es interesante, para mantener la atención del alumno y que esté motivado a la hora de realizar una lectura activa, que pueda producirse una disonancia cognitiva moderada entre sus esquemas cognitivos previos y los presentados en el nuevo texto.
Otra idea fundamental que, aunque no es claramente presentada por la autora, sí queda sugerida en este capítulo, es el efecto sobre la motivación del lector que conlleva el hecho de que la temática tratada sea significativa para él. Poniendo el foco en este punto, tendremos que seleccionar lecturas para nuestros alumnos en las cuales encuentren resonancia personal, para lo cual hay que hacer un esfuerzo por conocer bien el mundo interpersonal del niño.
Algo muy importante, también a tener en cuenta, es presentar a los niños estrategias en cuanto a la comprensión lectora. En este punto, la autora se refiere a la metacomprensión: la capacidad para saber cómo se comprende y poder controlar este proceso mientras se lleva a cabo.
Para facilitarlo, siempre tendremos que dejar claro al alumno los objetivos con los que se enfrenta a la tarea, ya que esto variará sustancialmente su abordaje. Es fundamental que le indiquemos claramente los requisitos que implica la tarea a llevar a cabo. Esta idea, presentada por la autora, juega un rol esencial en el proceso de comprensión.
Para finalizar esta reflexión acerca del capítulo de Isabel Solé, hay que mencionar las relaciones que presenta entre aprender a leer y leer para aprender, dos procesos diferentes y profundamente interconectados.
Este capítulo configura, sin duda, una gran aportación para toda aquella persona que vaya a intervenir en el proceso de enseñanza-aprendizaje de la lectura infantil.